Situado en la plaza mayor de la población, encontramos el monumento dedicado al pintor del renacimiento español y valenciano Juan de Juanes que realizo sus obras alrededor del S XVI. Escultura realizada en mármol de Macael, realizada por el escultor Nassio Bayarri en 1956, actualmente fuente ornamental.
Juan de Juanes nacido en La Font de la Figuera, 1523 y murió en Bocairente en 1579 a sus 56 años.
Su casa natal está situada en la calle «Pallises n 14» justo al lado de la Casa Abadía, esta casa hace ver que perteneció a una familia acomodada. Sus primeros años se educó en Valencia para poco después, viajar a Roma y Florencia a perfeccionar sus estudios de pintura. En Florencia estudió con el reputado maestro Leonardo Da Vinci y en Roma con los discípulos de Rafael. A su vuelta de italia se estableció en Valencia.
Dedicado fundamentalmente a la iconografía religiosa y sin apenas obra profana, entre sus trabajos destacan La Santa Cena, San Sebastián en la sinagoga, La Sagrada Familia, el retablo de la Iglesia de La Font de la Figuera , Asunción de Nuestra Señora, las Bodas místicas del Venerable Agnesio (buen ejemplo del Renacimiento), el retrato del Venerable donante y La Inmaculada Concepción. Caso único de temática mitológica con desnudos es un Juicio de Paris conservado en Údine (Italia).
El retablo que realizó Juan de Juanes para la Iglesia de la Natividad de nuestra población es uno de los pocos que hoy en día están todavía en su lugar de origen. Fue ejecutado entre 1547 y 1550 por encargo de Doña Brianda Maza de Linaza y Carroz de Arborea, señora de la villa. La cual está representada como donante en la tabla de la Natividad de la Virgen María, que además constituye la advocación de la parroquía. La técnica es al óleo sobre tabla.
El retablo de la Parroquia de la Natividad de nuestra Señora de La Font de la Figuera es una de las obras más emblemáticas de Juan de Juanes. Este sobrevivió al incendio acaecido en la iglesia en vísperas de la Guerra Civil española. Sin embargo las altas temperaturas que se alcanzaron en el interior del templo le afectaron seriamente levantando innumerables ampollas, ennegreciendo los colores y provocando la licuefacción de la resina del soporte de pino, que arrastró el color en su camino a la superficie. Tras la contienda bélica las tablas se enviaron a restaurar al Museo del Prado. Allí permanecieron hasta comienzos de los 50 donde se les sometió a un proceso completo de restauración. Se asentaron las capas pictóricas, se efectuó una limpieza del hollín acumulado en su superficie y se retocaron para recomponer las partes irremediablemente perdidas. Otras dos tablas se traspasaron a un nuevo soporte. Sin embargo después de medio siglo el estado de conservación de las pinturas no era el adecuado. Los retoques efectuados en el Museo del Prado, además de invadir la pintura original, habían cambiado el color haciéndose muy evidentes y los barnices aplicados entonces habían oscurecido impidiendo apreciar la belleza del colorido original. Por otro lado con los medios disponibles entonces la limpieza de la superficie pictórica fue deficiente. Un daño particular causado en la intervención del Prado fue la transposición de las tablas de San Vicente y San Sebastián a un nuevo soporte lígneo. Con el arranque se perdió gran parte de la película pictórica. También se ocasionaron algunas quemaduras durante el asentamiento de las ampollas a tenor de las señales del lienzo utilizado en el planchado de algunas de las tablas.
Imagen de la fuente ornamental dedicada a Juan de Joanes.